jueves, 17 de marzo de 2011

De un viejo ansioso y verde

Al vaivén de las tersas posaderas
acude el viejo verde, babeando.
Una mano la lleva en la cartera,
la otra en la bragueta meneando.

Mas antes de llegar hasta la meta
la mano se la saca chorreando.
El billete de cincuenta sale blanco.
Baja el bulto; la minga se rebela.

A merced del falo cano llora el vejo
-quedose sin el polvo, y la tragedia
de verse corrido y a dos velas-.

Ya en su casa, el muy cochino, se lamenta
de habérsela tocado antes de tiempo
e impregnarse los calzones con su esencia.

Laura García Sánchez

2 comentarios:

  1. ¡Hay cuatro o cinco versos cojos! (el cuarto, el sexto, el noveno, ... y otros con muchos problemas). Corregidlos, mierda. Sonaría mejor.
    ¿Os he contado alguna vez lo de la distinción entre sátiras contra efectos naturales y sátiras contra efectos artificiales. Es importante. Un calvo no puede dejar de serlo: la sátira debería ir no contra que sea calvo –natural– sino contra que quiera ocultar la calva –artificial. Una vieja n o puede dejar de serlo (natural(, pero es artificial cuando lo quiere disimular o esconder de mala manera (artificial).

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