lunes, 28 de noviembre de 2011

¡Con la Iglesia hemos topado! Vol. III

Mi canto es el escombro de la ruina,
mi ruina es el espacio en que me faltas.
Tu falta me es la ausencia de la vida.
La vida es el pecado que tú marcas.

Tus marcas son las huellas de mi rima,
mis rimas son iglesias sin campanas,
sin curas, sin altar ni sacristías.
Tu iglesia es el sepulcro de mi alma.

Mi alma es el dictamen de tu olvido,
tu olvido, la oración que nunca acaba.
Me insulta el corazón si me redimo.

No es cierto que la fe mueva montañas,
ni el fin de este soneto es tan divino:
ahondar tu crucifijo en mis entrañas*.

* Verso cedido por Clara Criado

viernes, 24 de junio de 2011

Apolo y Dafne (versión siglo XXI)

Apolo y Dafne, mito que se repite hasta en la sopa, comienza con la ignorancia (que según dicen por ahí es atrevida) del dios más guaperas de todos: Apolo. Y digo ignorancia porque uno no debe ser muy listo cuando se le ocurre burlarse de un chavalín con tan mala uva como Cupido (que no creció por falta de calcio). El caso es que a Apolo, que le dolía la cara de ser tan guapo, le dio por meter el dedo en la llaga de Cupido y este decidió vengarse de nuestro sex-symbol infligiendo en él una pasión (o, mejor dicho, una calentura) digna de “Juana la loca”.

De esta manera, el niñito con rizos a lo Bisbal resolvió darle su merecido a Míster Olimpo. Para ello, le lanzó una flecha de oro (tal vez de 24 kilates), provocando en él un amor casto y puro (perciba el lector que se trata de un eufemismo) hacia Dafne, una pobre ninfa que pasaba por allí. Al mismo tiempo, punzó a esta en la patata con una flecha de plomo (como el amor de Apolo, pesado hasta decir basta). Y es aquí donde la cosa se pone interesante.

Al cruzarse sus miradas, Dafne, cual gacela Thomson, comenzó a huir despavorida. Por su parte, el Brad Pitt de la mitología salió tras ella como Spidy González (¡qué se le va a hacer! El chaval tenía ganas de pillar cacho). La ninfa, al alcanzar las orillas del río Peneo que, ¡flipad en colores!, era su padre, le pidió ayuda desesperadamente. Y papá no pudo resistirse a las súplicas de su hijita, perseguida por un obseso sexual. Peneo no quería ser suegro y mucho menos abuelo, por lo que utilizó sus poderes para convertir a su hija en laurel (así, la libraba de la persecución y de paso se ahorraba el abono y las semillas para plantar un árbol). Los brazos de la ninfa se fueron convirtiendo poco a poco en ramas y su cuerpo en un robusto tronco.

A todo esto, Apolo veía cómo se quedaba sin polvo ese día (a no ser que se lo hiciera con el laurel, cosa harto complicada). Fue en ese momento cuando nuestro protagonista se echó a llorar (los guapos también lloran) y sus lágrimas regaron el laurel, favoreciendo así su crecimiento. Desde ese día, Apolo puso a Zeus por testigo de que nunca jamás volvería a pasar hambre (adivine el lector en qué sentido) y, como recuerdo del revolcón fallido, hizo del laurel su árbol predilecto (tal vez para llevarse allí a sus conquistas y restregar a Dafne lo que se había perdido).

miércoles, 13 de abril de 2011

Concierto visual

Para un artista

El recuerdo me perturba,
y del cante ni me acuerdo
yo iba a escucharle sin tuba
y con trompeta me encuentro.

Fanática me he vuelto
ante tal monumento,
ya no escucho música,
sólo observo lo erecto.

Desde la segunda fila
hasta el palco lejano
se puede palpar
el enorme tamaño.

Oscila la medida
entre 20 y 24
Oscila con ritmo
de uno a otro lado.

Que mis ojos lo ven,
y mi sangre lo siente,
¡ven pa acá, moreno!
que te canto diferente.

¡Ay! quien fuera pantalón
para pegarse a tu miembro
y marcarte el paquetón.

miércoles, 6 de abril de 2011

Amores (im)posibles

Los ojos azules,
la piel morena,
la mente roja,
la mano izquierda.

Los deseos pulidos
volcados en un pelo
siempre perfecto.

Alto y bajita,
mudo y bocazas,
ingeniera y tonto laba,
ella casada y
la otra divorciada,
cura y atea de pura raza...


Sabe Dios que en verdad,
los pecados no matan,
y endulzan la boca
del que come manzanas.

Clara Criado Escribá

miércoles, 30 de marzo de 2011

¡Con la Iglesia hemos topado! Vol.II

Un aldeano más en la taberna
con su tercio en la mano, y en el cuello
escapando, tal vez, de mi cabeza
la levita fatal del casto clero.

Dos mesas para allá, una posesa
blasfema con la mente y con los versos.
¿Qué haría de ti si ya no fueras
el siervo de Jesús el Nazareno?

Será que hoy maquillo las palabras
por miedo a que las halles imprudentes
si estás al otro lado de pantalla.

No esperes más de mí, sólo soy Laura,
dos mesas para allá, dispuesta a verte
la cara y el reverso del paquete.

Laura García Sánchez

domingo, 27 de marzo de 2011

Si hacer el amor y follar es lo mismo...

Si quieres que te quiera,
fóllame despacio.
Sé feliz deprisa,
penétrame con cuidado;

recorre mis entrañas
con tu inquieto falo,
y hazme pedir al cielo
clemencia tras tus sablazos.

Si quieres que te quiera
recorre mis adentros
como si tu sana intención
fuera vivir dentro;

busca todos los rincones
de este ser encantado
para vaciar tu flujo
dulce pero salado.

Y sigue mi ritmo
ágil y pausado
para volverme loca,
de un modo acelerado.

Clara Criado Escribá

jueves, 24 de marzo de 2011

Antítesis

Ayer descubrí qué es un verso cojo.
El anterior lo era, por supuesto.
El segundo quedó corto y con lo puesto.
Este cuarto mide once por antojo.

¿Que rime en consonante? Pues...despojo.
¿Que case con supuesto? Deshonesto.
¿Que sean versos procaces? Mete incesto.
Este octavo no me entra por el ojo.

A golpes con la pluma va el terceto,
que, de momento, llega bien cuadrado.
Mas ahora en este verso me lo cargo.

Consonante y asonante cambio
(y no hablaremos pues de los acentos).
He aquí las vergüenzas de un soneto.

Laura García Sánchez